sábado, 3 de diciembre de 2011

Violencia, cotidiana, violencia

¿Qué haces cuando sientes los estragos de la violencia tan cerca?

Que sentir cuando un ser querido es alcanzado inevitablemente por un hecho atroz, aparentemente sin sentido y brutal. Digno de ser considerado como lo contrario a todo lo que tiene que ver con el sentido del humanismo.

Escribir sobre la violencia en nuestra sociedad, comienza a ser in cliché, bastante molesto para mi gusto, ya que eso quiere decir que este tema es cada vez más común y corriente. Pero en esta ocasión lo hago arrastrado a un hecho que ha sacudido cada fibra de mi ser. El atentado contra la vida de uno de mis amigos.

La posibilidad de que, en estos momentos, estuviera lamentando su muerte me hace pensar en lo valiosa que es la vida, valiosa y al mismo tiempo subestimada.

En cuestión de segundos, una vida puede ser consumida y por ende, afectar a muchas mas en un contexto de inestabilidad e inseguridad cada vez mas cotidiano.

¿Qué hacer?

No lo sé, simplemente reaccionar de la manera más civilizada, moral y coherentemente posible. Dar gracias a los dioses por el hecho que no pasó a algo peor, comentar entre amigos las posibles causas y desear desde lo mas profundo de nuestras individuales creencias, que nuestro amigo se recupere pronto. Aunque sabemos, que no será pronto…

Pienso en el hecho y a veces no lo creo, no creo que la violencia este tan cerca, sea tan palpable, tangible, casi perceptible por el olfato. ¡Hasta donde hemos llegado!

Tratar de explicar, cómo la sociedad ha llegado a este punto tan intrigante, tan inestable, se los dejo a los antropólogos y especialistas. Yo simplemente me dedico a cuidarme a mi y a mi gente, recomendar que hagan lo mismo y elevar una plegaria a quien me quiera escuchar para que, esto no vuelva a pasar… trato de vivir mi vida lo mas dignamente posible, no hacer daño a persona alguna y profesar la honestidad. Vivir y dejar vivir. Aunque, al parecer, eso no inmuniza de que algún día, “nos toque”.

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