jueves, 21 de abril de 2011

Poco a poco...


La muerte de mi padre ha desencadenado una serie de hechos que han marcado mi vida para siempre.

Mi relación con mis hermanos, aunque distante, se ha vuelto cordial, diplomática, mas llevadera.

Con mi madre, de por sí nuestra relación era excelente, ahora se ha tornado mas estrecha, como si fuéramos parte de un equipo, cómplices inexpertos en una nueva aventura.

Los días pasan, y cada uno trae un trozo pequeño del enorme rompecabezas de la realidad.

Mis amistades han sido, como lo he dicho anteriormente, una parte importante en esta transición. El saberme apoyado me ha ayudado a tener la seguridad necesaria para la toma de decisiones.

No pasa un día en que no tenga presente a mi padre y sus enseñanzas, la casa esta llena de el. Ahora, se ha vuelto omnipresente. Así debe ser.


Siento, muy en el fondo que todo va a estar bien, laboralmente el negocio esta avanzando, poco a poco, pero con paso seguro. Profesionalmente, se vislumbran tiempos mejores. Familiarmente, pues, hay ciertos detalles que hay que arreglar con algunos parientes, pero en general estamos bien. Personalmente, comienzo a definir lo que quiero para mi, y lo que deseo que pase en el futuro. Tengo el apoyo de excelentes amistades y personas valiosísimas.

Por lo pronto, me siento tranquilo, con mi tristeza, pero tranquilo.  Las cenizas de Don Ramiro ya descansan en su nicho permanente (el numero 179 en el templo de San Felipe en Ocotlán), y el sentimiento de que vive en mi, y en mis seres queridos, es cada vez mas fuerte. 

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