sábado, 29 de enero de 2011

De estrés y Salud


La migraña ha sido una de mis más fieles compañeras desde hace muchos años y aunque suele ser muy molesta, usualmente la mareo con una buena dosis de paracetamol (sin cafeína por aquello de la presión).

Su origen radica, pienso yo, en mi último semestre de la licenciatura en informática (2002), al estar realizando mis residencias profesionales. Los altos niveles de estrés y una alimentación pobre pueden causar estragos en el organismo.

Las personas, usualmente no se preocupan por su salud hasta que ésta falla. Y es entonces cuando acudimos al médico en busca de una solución que nos permita nuestras vidas cotidianas nuevamente sin poner atención en nuestro estado físico.

Nuestra rutina diaria, ocupaciones, preocupaciones, situaciones sentimentales, emocionales, familiares, laborales, académicas, financieras, psicológicas. Nuestros pensamientos constantes y recurrentes. Nuestro pasado, nuestro presente y nuestro porvenir. Las cosas que tenemos que hacer todos los días, los problemas que se presentan y que tenemos que resolver en el instante. Nuestra constante búsqueda de la aceptación social, de éxito y de la felicidad.


 
Todo lo anterior y muchas cosas más puede distraernos de una de las cosas mas importantes que tenemos que cuidar y sobre todo preservar: Nuestra Salud.

Es tan fácil delegar nuestra salud a un segundo, tercero o hasta cuarto lugar muy por debajo de otras “prioridades”. Sin darnos cuenta que, tarde o temprano, la salud reclamará toda nuestra atención y su lugar preponderante entre nuestras preocupaciones.

No es necesario caer en omisiones importantes o grandes descuidos para sufrir tarde o temprano de una enfermedad derivada del estrés.

Simplemente con omitir una de las 3 comidas obligadas al día. No tomar suficiente agua. Comer comidas en la calle en lugares higiénicamente dudosos. Abusar del alcohol. Fumar. Comer a la carrera. No dormir bien. Abandonarse a las preocupaciones y dejar que el estrés controle nuestro humor. No reír. No convivir con nuestras amistades y familia. Pensar que vivimos para trabajar, en lugar de pensar que trabajamos para vivir. Preocuparnos por problemas cuya solución no esté en nuestras manos. Etc. Etc. Etc.


Tarde o temprano la salud nos pasará la factura y tendremos que ponerla, una vez más en primer lugar. Dejando a un lado todas nuestras demás actividades y preocupaciones.

No quisiera cerrar esta chaqueta con los típicos consejos que bien podrían caber en este espacio con respecto a este tema. Creo que todos, muy en el fondo, conocemos nuestro cuerpo, nuestras debilidades y fortalezas. Sabemos lo que nos hace mal y nos enferma.

No creo que haga falta expresar reglas o lineamientos a seguir. Simplemente basta con querernos un poquito y no “fregarnos tanto” nosotros mismos. Que ya la vida, se encarga de eso.

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