sábado, 28 de agosto de 2010

Cada cosa en su lugar

“Cada cosa en su lugar”, así decía mi madre desde el marco de la puerta de mi habitación mientras me veía arreglar mi tiradero.

Muchos años después, le he dado un significado muy especial a esa inteligente frase. En la vida todas las cosas, sentimientos y pensamientos tienen su lugar y su momento preciso. Al tiempo que alguno de esos elementos sale de su lugar, experimentamos una sensación de extrañeza, incomodidad, tristeza o tal vez enojo.

A veces no nos damos cuenta de que algo no está en su respectivo lugar hasta que lo movemos. Eso mismo pasó con las terrazas en la plaza principal durante las Fiestas Patronales en honor al Señor de la Misericordia en mi ciudad natal Ocotlán Jalisco.

Durante muchos años, las terrazas eran colocadas en el primer cuadro de la ciudad. Al parecer todo muy bien, mucha gente, mucha diversión, mucho “pisto”. Pero desafortunadamente, también los altercados se hacían sentir al calor de las copas, los pleitos, los baños llenos, el olor a orines que se expandía hasta los autos estacionados, donde los mas urgidos hacen sus necesidades en lugar de aguantarse hasta llegar a su casa. Los ebrios acostados en las bancas y en el suelo junto al atrio de la Parroquia o abajo del Kiosco. La inseguridad para los niños que ya no pueden correr libremente por la plaza por temor de ser aventados o pisados. El coraje de las muchachas al ser acosadas por piropos no muy bien intencionados, o peor, por alguna mano maliciosa que se pasa de la raya.

Hace pocos años, se instauró que la zona de las terrazas se trasladara junto al núcleo de feria, en la cancha de beisbol.

“Cada cosa en su lugar”

Por un lado, la plaza principal se libró de malos olores, actitudes y situaciones bochornosas y molestas. Quedando un espacio de sano esparcimiento donde las familias podían quedarse hasta altas horas de la noche sin necesidad de preocuparse más que de vigilar al pequeño demonio que corretea alegremente por todos lados persiguiendo pompas de jabón mientras sostiene en su manita un algodón de azúcar. Donde la parejita de tórtolos pueda caminar tomados de la mano escuchando su propia música interior. Donde el anciano pueda recordar tiempos de antaño mientras contempla las torres de la parroquia.

Y por otro lado, estaba el lugar para los que gustan de una vida más intensa con algarabía, música moderna, desenfrene, encuentros con amigos, ligar a una hermosa mujer, observar a las voluptuosas edecanes de la Cerveza Sol mientras se contornean alegremente en su estand al ritmo de una tonada que se te graba en la mente hasta el día siguiente. Un lugar donde la fuerza pública esté presente siempre para solucionar cualquier altercado que pueda suceder, logrando un sentimiento de confianza que invita a seguir la fiesta hasta que despunte el alba. Un lugar donde se reencuentran los amigos que no se habían visto en muchos años. Donde el hermano que viene de tierras lejanas recuerde el sabor del tequila. Donde uno pueda olvidar el estrés y dejarse llevar por lo menos una vez sin preocuparse del “Qué dirán”.

Estos dos mundos, estas dos caras de una misma moneda son tanto necesarias como casi casi obligadas. Pero también se debe tomar en cuenta que una evolución de la celebración de nuestras Fiestas Patronales es más que necesaria. Con Bicentenario o sin él, la modernización es urgente.

El regreso de las terrazas a la plaza principal representaría un paso (o varios) atrás en la modernización y en la nueva culturización que necesita Ocotlán para poder merecer el titulo de Ciudad o incluso el de Zona Metropolitana. En el gobierno municipal esta la responsabilidad de que marchemos hacia delante con la modernización de las Fiestas Patronales colocando “cada cosa en su lugar”, y no continuar con una actitud retrógrada y sin sentido, nada más para darle gusto a unos cuantos, cuando la realidad es que se debe buscar el bienestar de los ciudadanos.

Dejemos la Plaza libre de terrazas para que las familias y los pequeños disfruten en un ambiente de comodidad, tranquilidad y diversión.

Y proporcionemos a los chavos y a los no tan chavos un lugar seguro donde puedan echar desmadre…. ¿No?

jueves, 5 de agosto de 2010

Sobre logotipos y demandas...

En primer lugar, el proceder de esta administración en asuntos de comunicación social, redes sociales y demás aplicaciones en internet es lamentable y hasta cierto punto irrisorio. Y se nota en los constantes intentos fallidos que han tenido para tener un control sobre su perfil en el FaceBook. No es posible que sean tan intolerantes ante expresiones que no colindan con sus ideas.

Tampoco es posible que pongan en evidencia su ignorancia al querer que nos traguemos esa tarugada de que, personas que usemos el nombre de Ocotlán Jalisco, o el logotipo del municipio, seremos demandadas… ¡por favor!... yo soy ocotlense y, como tal, tengo todo el derecho del mundo de usar el nombre de mi ciudad y el logotipo de mi municipio en lo que se me dé la regalada gana, siempre y cuando no incurra en daños a terceros, desvirtuaciones o faltas de respeto hacia lo que representan.

Así como la actual administración usó dicho logotipo para rotular sus vehículos, su imagen corporativa, etc. ¿A quien le pidieron permiso para usarlo?, ¿Quién les reclamó por haberlo hecho? Ah, pues de igual manera también cualquier ciudadano tiene el derecho de usarlos. Demandar a una persona por usar el logotipo del municipio de Ocotlán es como si el Gobierno Federal quisiera demandar a todos los que ponen banderitas de México en las antenas de sus autos, en las ventanas de sus negocios y en las azoteas de sus casas en el mes de Septiembre. No nos quieran ver la cara de tarugos, no nos falten al respeto.

Entonces quiere decir que, ¿el Comité de ciudades hermanas, equipos de futbol, casas de cambio, negocios, clubes de ocotlenses que viven en estados unidos, asociaciones civiles, paginas web y demás entidades que usen el logotipo y nombres del municipio de Ocotlán corren el peligro de ser demandados penalmente por la actual administración?

Yo, la verdad, lo dudo...


Reflexiones Cinéfilas

Al entrar a una sala de cine, se tienen muchas expectativas sobre lo que uno experimentará en la siguiente hora y media. A veces uno sale ...